El nivel de satisfacción de las necesidades energéticas y las fuentes de energía elegidas para ello no dependen únicamente de los recursos y las técnicas disponibles. Se trata de la organización del sistema energético, el rendimiento de sus empresas, el funcionamiento de sus mercados y la pertinencia de su fiscalidad. Los costes y precios resultantes son los principales criterios que determinan la orientación de las políticas energéticas.